Tostador para padres

Sí, existe un tostador para padres/madres y en nuestra familia lo hemos comprado, de manera inconsciente, porque jubilamos a nuestro tostador de 12 años por uno nuevo, barato y que acepta trozos de pan grandes.

Mas que el tostador en si, es una función “mágica” que posee, y que parece pensada por y para progenitores que deciden desayunar con sus hijos.

Los fines de semana, nos gusta aprovechar para desayunar todos juntos. Antes de empezar, mi marido y yo nos empeñamos en poner sobre la mesa todo aquello que reduzca las posibles contingencias con las que nos podemos encontrar:

Sacamos el Nesquik, la leche, los zumos, los cereales, cinco platos, cinco cucharas, cinco cuchillos para untar, 10 cucharillas (dos para cada uno: para la mermelada una, y para remover la leche otra) servilletero, vasos para agua/zumo, tazas para la leche…

Todas las posibles exigencias culinarias de unos y de otros: pan para tostadas, molletes, magdalenas, bizcocho casero, bizcocho del comprado (aunque prefieren el de casa), galletas normales, galletas integrales (que nunca se comen), mermelada, tomate batido, jamón serrano, aceite, mantequilla…

Pensaréis que nos pasamos pero, como decía el doctor Sánchez Ocaña, más vale prevenir

Bueno, pues muy a pesar de que en la mesa no quepa ya ni el aire, muy a pesar de pensar y repensar las posibilidades que a nuestros retoños se les puedan ocurrir, muy a pesar de poner a su disposición todo lo habido y por haber, muy a pesar de nuestros esfuerzos… nos tiramos los desayunos de pie, cogiendo cosas a las que no alcanzan, o sacando algún imposible de la nevera, o mirando en el armario despensero porque “yo he comprado cereales de esos”, o ayudando a alguno a coger la fregona porque ha tirado algo de nuestra poblada mesa.

Y siempre picamos: nos sentamos porque parece que todo está en equilibrio, que cada uno tiene lo que quiere y que no hay posibilidad de error, por lo menos no esta vez…

Piensas: “voy a ponerme la tostada” clic, dentro, ya están las resistencias al rojo vivo, ya está el pan cogiendo cuerpo y el calor justo, todo funciona, el café reciente y en su punto…y ¡zas!, ya tenemos la leche en el suelo, el bote de Nesquik con una cucharada escasa que no da ni para empezar, la última magdalena por la que se pegan, y la leche vacía cuando “yo juraría que he sacado dos litros”.

¿Qué ha fallado? Pues no sé, pero creo que esto es una ley que merece un cálculo matemático, o dos o tres fórmulas de física cuántica. El CERN debería venir a mi casa y observar el proceso, a ver si averiguan el porqué del fenómeno, pero vamos el Bosón de Higgs estuvo chupado al lado de esto…

La tostada espera pacientemente en el tostador a que vuelvas, pero lleva ya mas de cinco minutos, y está más seca y fría que el “ojo de tía Pascuala” (expresión que usa mi madre ante algo deshidratado y cuando preguntas: “¿quién era la tía Pascuala?” la respuesta: “¡una, que tenía el ojo seco!”).

Pero eso se acabó, porque nuestro nuevo tostador tiene un botón, que mi marido y yo hemos denominado “especial para padres” ¡que mantiene calientes las tostadas! Y la verdad es que ahora, estamos más relajados, si se enfría no pasa nada, botón mágico y a disfrutar de nuestro desayuno.

Me encanta desayunar, y dado que durante la semana madrugamos mucho y desayunamos a marchas forzadas, el fin de semana es un buen momento para desayunar juntos y para tomar todo con relax, sobre todo la tostada ;).

¡Feliz semana!

 

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